La enigmática Tindaya.

Fuerteventura Limpia : miércoles, 30 de mayo de 2012 4 opiniones
Elías Rodríguez Rodríguez //

¡Tindaya!. Ya su topónimo en sí es enigmático, misterioso, legendario. Será ¿líbico-bereber?, ¿guanche?. ¿Fue primero el nombre de la montaña o el del pueblo?. ¿Tomaría el nombre de alguna princesa guanche?. Nada cierto al caso sabemos.



Qué más da, lo que sí sabe el mundo entero es que allí, en la norteña Fuerteventura profunda, mirando al mar de poniente, se levanta un pitón traquítico de 401 m. de altura, donde el famoso y gran escultor Chillida, amigo de hacer monumentos escultóricos y emplazar muchas de sus esculturas en bellos paisajes naturales, quiso hacer en vida una gran obra faraónica basada en una intuición utópica como un monumento a la tolerancia.

Consistente en un cubo perforado en la montaña de 50x50x50 m., y que por enigmas y trapisondas difíciles de descifrar aún no se ha hecho, ni si se va hacer, ni donde está el dinero que hasta el momento se han gastado para ver si es factible técnicamente dicha obra. La verdad es, que para un ciudadano de a pié, como quién escribe esto, conocer a fondo todo el proceso de cómo ha evolucionado el Proyecto Tindaya desde sus orígenes (1996) hasta la actualidad y lo que queda, es algo más que enigmático; se rompe uno los “sesos” y descubre que cada vez sabe menos a donde va a parar todo ello. Obra, por otra parte, polémica, en el sentido, que toda la ciudadanía no tiene claro si debiera o no hacerse, pero esto es “harina de otro costal” y lo dejamos para otros momentos y foros en donde debe seguir debiendo debatirse sin pasiones, pero sí con energía y sentido común, al tiempo que despejando supuestas fraudulentas rentabilidades políticas o económicas. ¿Quién sabe?, ¿No sería mejor dejar la montaña como está?. ¡Tiempo al tiempo!, ¡Ya veremos!.

Hasta el momento, todo ha sido desencanto. Supuestos. Enigmas. Hoy sí, mañana no. Pasado sí “pa” el otro no… Se ha originado un baile en torno a ello, que deja corto al compositor de la “Yenka”. Esperemos el buen sentido común y que todo se solucione bien y lo antes posible.


Tindaya es un pueblito norteño situado a “tiro de piedra” entre La Matilla y La Oliva. Siendo su contorno por el Sur montaña La Muda, Quemada con su monumento a Unamuno y barranco de Jarugo.

Por el norte, el fértil y húmedo barranco de Tindaya (Esquinzo) y las vueltas de “Los Trancos”, que las separan de La Oliva, y en donde dicen los lugareños de los contornos aparecía frecuentemente la enigmática “Luz Mafasca”. Espacios éstos de altos valores arqueológicos, etnográficos y paisajísticos.

Por naciente le separa de Vallebrón, (fértil valle, rico en buenas aguas subterráneas y donde se desarrolló una agricultura de alto rendimiento), una sierra de montañas, en cuya degollada, junto a la carretera que los une, y mirando a Tindaya se encuentra el nuevo mirador, desde donde se disfruta de una panorámica única.

De cara a poniente, a nuestros pies iremos observando las laderas que suavemente llegan a la llanura donde de forma majestuosa e inesperada la vista choca con una masa pétrea y pitónica que por su génesis, forma y colorido difiere de las montañas del entorno. La vista se detendrá sobre ella curioseándola detalladamente; seguro le impresionará, le conmoverá, le hará indagar, imaginar; es, claro está, la enigmática Montaña Sagrada o de Tindaya o Montaña Tindaya. Llena de podomorfos prehispánicos de incalculable valor arqueológico. Seguramente sería uno de los grandes santuarios donde las sacerdotisas y zahorias Tamonante y su hija Tibiabin realizaran sus plegarias, meditaciones, predicciones, cultos y ritos. Donde, y según una curiosa hipótesis, servía de elemento fundamental para marcar el tiempo astronómico, es decir, de reloj, según los ángulos que forman los rayos del sol al aparecer por naciente, pasar por el filo de la montaña y su proyección en el horizonte marino por poniente.

En conclusión, que la Montaña en sí, haya o no haya escultura de Chillida tiene un valor e interés extremadamente fantástico y único. La propaganda ya está hecha, sólo falta imaginación y empuje para que se pueda visitar y sacarle el rendimiento turístico que el pueblo y toda la sociedad majorera demanda imperiosamente.

Al bajar la vista, entre sus pies y los de la montañeta de Tindaya (curioso volcán este último de tipo hawaiano o en escudo de los pocos que aún se pueden ver hoy en Fuerteventura) aparece el caserío de Tindaya que se va extendiendo en dirección al mar. Caserío hoy día que entremezcla construcciones antiguas bien conservadas con otras de aparición moderna tipo chalet, con sus huertos, corrales y gallenías. Un caserío que no ha roto el entorno, donde las altas construcciones ni barriadas de apartamentos existen. Y donde de forma diferencial aparece su hermosa y simpática ermita, bajo la advocación de la Virgen de La Caridad. Un lugar donde se puede vivir la paz y tranquilidad de nuestra profunda Fuerteventura.

Siguiendo la mirada hacia poniente encontramos la línea de costa que le limita por el oeste. Costa acantilada donde desembocan una serie de barrancos formando a su llegada al mar una serie de playas salvajes y únicas. Acantilados que tienen su origen por la falla y hundimiento que sufrió la Isla por poniente. Donde la mar ruge como un dragón enfurecido y donde el oleaje irrumpe con furia en las rocas y acantilados, salpicándolas y levantando espectaculares montañas de espuma.

Se denominan estas playas de sur a norte: Jarugo, Playa de La Mujer, Tebeto (con su charco) y Esquinzo. Playas donde puede bañarse, pero con precaución y siempre que la mar lo aconseje y esté en calma. Las corrientes, remolinos, levantamientos y arrastres de la mar son casi permanentes, un peligro mortal. Muchos han sido los irreparables accidentes ocurridos por actitudes atrevidas e ignorancia.

Desde cualquiera de estos puntos o desde el mismo mirador podrá ver en días apropiados, despejados, allá, en lontananza, la silueta del Teide y las montañas de la Isleta.

Muchos más enigmas, leyendas y curiosidades están presentes en Tindaya. Tales como las referidas a la Casa Alta, con sus fantasmas y suicidio de su dueño; la leyenda del permiso que tuvo que solicitar la Montaña de Tindaya para pasar del Macizo de Betancuria a la llanura de Tindaya. La historia de la Cueva de Las Damas, basada en aquel indiano que de vuelta a Fuerteventura tomo a su novia el día que se iba a desposar con otro trasladándola a La Cueva, donde vivieron varios años y nacieron varias de sus hijas…Pero eso, para otro día.

Pero, para finalizar de una visita a Tindaya, nada más confortable y sublime que contemplar una puesta de sol de cualquier punto del litoral, de la cima de la montaña o del mismo mirador. Una puesta de sol en que cielo y tierra, juntos, sol y luna, aparecen como matrimoniados bajo el toldo del cielo, como si quisieran obsequiarnos con sus mágicas nupcias. El sol, al despedirse del día con su fulgor rojizo, deja, tras sí, su luz y resplandores que se confunden, pronto, con los blancos de la luna. Parece que el astro de oro y la luna de plata se besan, amorosos, en lo alto del cielo. Y las dos luces, el oro y la argenta, forman como una nueva luz, nacarada y roja. La Isla se va envolviendo de una luz blanquísima, nacarada y lechosa. Es el día y la noche, que se juntan como en neutral cita de enamorados. Aparecen luces y colores nuevos, insospechados y desconocidos que desafiarían al más excelente pintor.

Todo ello para el disfrute de la Naturaleza, la isla y nosotros. Todo esto y más podemos disfrutar desde Tindaya, sin que para ello hiciese falta la construcción de la obra de Chillida.

Elías Rodríguez Rodríguez.
Pto. Rosario, 30 de mayo de 2012.

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4 comentarios ¡Publica el tuyo! : for La enigmática Tindaya.

  1. Jose Casau Gordillo30 de mayo de 2012, 12:16

    eso sigue en marcha?¿ lo de vaciar la montaña<?

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  2. Muy oportuno en una fecha como hoy en la que se celebra el día de Canarias. Esta tierra llena de vendepatrias que no saben apreciar la belleza intrínseca de la montaña y la tienen que expoliar primero y malvender después ¿No les da vergüenza llamarse nacionalistas canarios e infravalorar tanto lo que ya tenemos? Canarias es bella así. Excelente relato que invita a subir a la montaña

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  3. Desconocía toda esta historia que rodea la montaña, desgraciadamente es más conocida por otros temas. Qué pena

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  4. D. Elías ¡grande!

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